“La ciudad del fin del
mundo”
[…] Antes de
querer salir a las calles con mi novia para poder ver si lo que decían en la
televisión era real, cuando vimos que los vehículos rojos iban circulando y
golpeando a los peatones.Nos asustamos, pero pensamos que todo iba a pasar pronto. En cuanto desaparecieron los automóviles quise acompañar a mi novia a su casa, ya que ella debía estar con su familia en éste momento tan duro. Ella llamó por teléfono a su hermana mayor y no podía comunicarse, intentó con los demás miembros de su familia y tampoco pudo. Estábamos parados en una esquina cuando vimos a un hombre corriendo con su cráneo golpeado y ensangrentado, él nos decía que había escapado de los boinas rojas y que éstos los venían persiguiendo, que necesitaba ayuda. Llevamos a éste hombre hacia mi departamento, vimos a los boinas rojas recorriendo todas las calles buscando al hombre desaparecido.
Mientras tanto, en mi casa, el pobre hombre se desangraba en el piso. Él decía que se llamaba Enrique, que su familia entera había sido golpeada, arrestada y asesinada por los boina roja. Mi novia encendió la televisión y vimos que notificaban los barrios que habían sido atacados por los “boinas rojas”, utilizaron los barrios como sectores de castigo, para mostrar que El gran señor no era una simple amenaza. Entre los barrios atacados estaba el lugar donde vivía la familia de Juana, mi novia, ella rompió en llanto ya que los “boinas rojas” habían arrestado a todos los habitantes de dichos barrios. La abracé para que se calme, pero no podía hacerlo, ella simplemente estaba desconsolada, igual yo, su familia para mí era más de lo que mi propia familia fue alguna vez en mi vida. Mi familia simplemente no significaba nada para mí, pero sí la familia de ella. Pero no debía mostrar mi tristeza para que ella no se derrumbe más.
Enrique estaba muriendo, fuimos a curar sus heridas y para calmar su llanto desconsolado por el dolor intenso tuve que jurarle que iba a rescatar a los miembros de su familia que estuvieran vivos.
Fui a buscar agua para mi novia y vi que comenzó a salir muy poco, estaba muy nervioso, cerré la canilla y me senté en el suelo. Golpeando mi cabeza contra la pared, y rompí en llanto.
No tenemos agua, no tenemos libertad,
no tenemos NADA.
-Continuará
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